Bakker – salón de onces de cajicá

Bakker – Salón de onces de Cajicá

Quien camina por este bello municipio encontrará una arquitectura colonial; aquella que evoca los recuerdos de antaño de calles empedradas, fachadas pintorescas y la calma característica de un lugar que aún conserva tradiciones del campo, pero que poco a poco se mezcla cada día más con la modernidad y la aparición de negocios del estilo de Bakker, salón de onces de Cajicá.

Allí, en pleno centro, Óscar Ortiz plantó su proyecto de vida en un lugar que ha convertido en su propio templo para hacer pan, y que, gracias a su oferta, los cajiqueños han encontrado un destino idóneo para encontrarse, tener tertulias, cerrar negocios, o simplemente probar un buen desayuno en uno de los pocos salones de onces ubicados en la zona.

Un proyecto llamado Bakker

Si por algo se caracterizan los llaneros es por tener la convicción y el empuje necesario para hacer realidad aquello que se proponen. Desde pequeño, Ortiz se crió en Puerto Rico, Meta, al lado de sus abuelos, quienes además de sus cuidados le enseñaron que la vida tiene una sola forma de hacer las cosas, y es hacerlas bien. Habiendo cumplido 18 años, este soñador decidió trasladarse hacia Bogotá para encontrar un lugar detrás de un área de producción, en donde el amasar fuera parte de su día a día y la panadería, más que una pasión, pudiera convertirse en un proyecto de vida.

“Pasar de los Llanos orientales a la capital me hizo ver las cosas de otro modo. Aprendí a mirar las prácticas que se manejan normalmente en una panadería y entender la importancia que tiene para las personas un alimento de primera necesidad como lo es el pan. Esto me motivó a comprender cómo hacer un buen producto, y de paso, idear la forma de ofrecer algo diferente, donde las personas puedan llegar y probar un pan artesanal, bajo un concepto saludable sin tantos químicos, preservantes ni conservantes”, argumenta Óscar, socio de Bakker – salón de onces de Cajicá.

Como es sabido, una gran parte de la población considera el pan como fuente de alimento, por lo menos una vez, en su día a día. Bajo esa premisa, Bakker quiere promover el consumo de un producto que aporte desde la parte nutricional y que le de la opción a las personas del común de poder acceder, a un precio razonable, a un pan más natural.

Y si se pregunta el por qué de su nombre, desde Pan Caliente le contamos que en neerlandés “Bakker” significa panadería. Sin embargo, más que una simple traducción a un idioma extranjero, lo que representa la marca para sus dueños tiene que ver con algo más que hacer pan.

“Este es un homenaje a todos aquellos panaderos que se levantan temprano y se proyectan para hacer cosas grandes, eso sí siempre mostrando el respeto que merece la profesión. Es una especie de mantra que evoca a que las cosas se hagan y salgan bien”, asegura Ortiz.

Cajicá como destino de negocio

Inicialmente, el pensar de Óscar era situar su negocio en el municipio de Chía, justo al lado de Cajicá. Sin embargo, la dificultad para encontrar un lugar que se adaptara a su imaginario lo llevó a buscar nuevas plazas en donde operar.

 

Primero fue Zipaquirá, no obstante, encontró una situación similar que en Chía por lo que Cajicá se convirtió en el destino perfecto para abrir un local. La sociedad la conformó con 3 personas más: un General de la República, un periodista de un reconocido canal de televisión, y un contador público; personas que más que aportar conocimiento técnico desde las formulaciones y las masas, dieron su “granito de arena” como inversionistas y estrategas en temas de negocio.

Los amasijos como producto estrella

Para llegar a una buena oferta de producto, en Bakker se hacen constantemente pruebas para modificar formulaciones tradicionales con el propósito de ponerle un toque personal y así ofrecer alternativas diferentes que promuevan el éxito.

Sin embargo, quien visita este salón de onces encontrará una variada propuesta de panes donde resaltan los aliñados, los baguettes, las mogollas integrales, el Franciscano (un pan 100% integral, con 0% de azúcar y 0% de azúcar con un estado de fermentación de 20 horas), así como postres, desayunos entre los que se destaca el tamal tolimense, el santandereano, la changua paipana y el caldo de costilla.

Pero, para sus socios, si existen 3 productos clave para su clientela y para ellos como administradores y promotores de negocio podría decirse que son el croissant, la almojábana y el pandeyuca.

“El éxito del croissant está en que es un semihojaldre; crocante por fuera, pero muy suave por dentro. Además, se empasta solo con el 25% de contenido graso (mantequilla), lo cual lo hace más saludable. En el caso del pandeyuca, es una propuesta que está lejos de ser el típico producto duro y salado, por el contrario, le agregamos a la formulación un poco de cuajada, queso campesino y queso costeño. Pero más allá de los favoritos de la clientela, la verdadera clave está en invertir en materia prima de calidad. Eso respalda cualquier producto que se ponga”.

Cabe resaltar que Óscar ganó el año pasado un concurso organizado por un importante molino de Colombia con una propuesta bastante innovadora; se trata de un croissant 100% integral, hecho con 7 cereales.

Por ahora, en Bakker – salón de onces de Cajicá se trabaja para mantener a flote un negocio que ha visto cómo el alza de los precios de algunos insumos, y los escases de otros ha dificultado el crecimiento como tal. De todas formas, aún tienen en su proyección abrir nuevas sucursales, una situada en el municipio de Chía y una más en la ciudad de Zipaquirá.

“Estoy trabajando en un proyecto personal que es la panadería sin gluten. Desde mi rol como promotor del pan quiero hacer todo lo posible para que las personas que no pueden consumir o se quieren cuidar del trigo tengan siempre una alternativa fresca y muy sabrosa. Estoy estudiando mucho sobre ello”, finaliza Óscar Ortiz.

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