La historia detrás de san honorato

La historia detrás de San Honorato

Cuenta la historia que desde hace muchos años, panaderos del mundo han considerado a San Honorato como su santo patrón. Sin embargo, bajo una mirada neutral, nos aventuramos a investigar quién es dicho personaje y por qué es considerado como el santo de la panadería. Acompáñenos a revivir el pasado a través de Revista Pan Caliente.

¿Quién es?

Los relatos cuentan que la historia del patrón de los panaderos comenzó en Port-leGrand, en Ponthieu, Francia. Miembro de una familia muy importante del país, Honorato de Amiens fue, desde muy pequeño, una persona a la cual le gustaba practicar y proclamar la fe.

Todo parece indicar que el obispo San Beat fue su maestro y guía espiritual, pero que cuando éste murió, Honorato fue designado como su sucesor, a pesar que siempre pensó que no era merecedor de tal honor.

Dicen que su consagración fue más allá de un simple nombramiento, pues los asistentes a la ceremonia aseguraron ver descender sobre su cabeza un rayo divino y un aceite misterioso el cual atribuyeron como una intercesión del mismísimo Dios.

Ver para creer

Para ser santo se necesitan pruebas, o por lo menos, tener atribuciones de milagros, obras o hechos inexplicables. Y Honorato no fue la excepción. Dicen que, en algún momento, mientras su mamá cocinaba pan en su casa, la noticia de su proclamación al Episcopado tomó a todos por sorpresa. No obstante, la señora, con incredulidad, le dijo que solo le creería si aquella pala para hornear que tenía en sus manos echaba raíces y se convertía en árbol.

De inmediato, Honorato desafió su incredulidad y puso a prueba su don. Plantó la pala en el patio de la casa, y para sorpresa de los presentes, la convirtió en una Morera que dio flores y frutos.

En el siglo XVI, aún enseñaban ese árbol en la casa paterna de san Honorato. Y fue, desde ese momento, cuando floristas y panaderos se disputaron al santo patrón.

Después del milagro, cuentan que, durante su episcopado, fue honrado con otros sucesos extraordinarios como la aparición de los cuerpos de los santos Fuscio, Victorico y Genten, que habían permanecido ocultos de los fieles durante más de trescientos años.

A San Honorato se le atribuyen muchos milagros en vida y otros más después de su muerte. Dicen que señalaba claramente a los molineros y a los panaderos como sus protegidos. El culto por este obispo fue creciendo y se extendió por todo el país, y más tarde, a través de las fronteras.

Rebold Theriens, panadero francés, regaló en el año 1.202 unos terrenos para construir una capilla en París en honor al Santo. Esta fue una de las más ricas de la ciudad, dando lugar a la Rued y al Faubourg Saint Honoré, una de las calles más simpáticas de la capital.

Los panaderos de París establecieron su cofradía en la iglesia de san Honorato en 1.400, celebrando desde entonces su fiesta patronal el 16 de mayo y propagando esta devoción y patronazgo por todo el mundo.

Fue tan grande esta devoción que Luis XIV, en 1.659, dijo “cada panadero debe acudir a la fiesta de san Honorato, asistir el día 16 de mayo al servicio divino y pagar todos los domingos una retribución para subvenir las despensas de la comunidad”.

Sin embargo, no en todos los lugares de religión cristiana o católica los panaderos rinden culto a San Honorato. En otros sitios reconocen a san Ludardo, quien ejerció la profesión de panadero; en Saint Denis (Francia) reconocen a san Illespor, cuyo nombre en griego traduce: trigo. En Flandes (Bélgica) está san Ambert, obispo de Cambrai, y se asocia gracias a que un panadero fue curado mediante su obra; en Valencia (España), la virgen de la Merced; en Castellón (España) se le rinde homenaje a Nuestra Señora de Lidó. En Barcelona también fueron y han sido patrones de la panadería san Gim y san Juan del pan.

Y aunque haya lugares concretos en donde no sea san Honorato el patrón del gremio, lo cierto es que, para casi todo el mundo cristiano, no cabe duda que a quien se debe venerar es a Honorato. El 16 de mayo, ha sido y será siempre el día en que los panaderos del mundo festejan su patronazgo, el mismo día en el que el Santo más famoso del mundo del pan subió a los cielos.

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