Ornelo nació en las fábricas de dos empresas bumanguesas con el esfuerzo de sus socios: Sancho Pan y Panadería Suprema, ambas reconocidas por la buena calidad de sus productos. Fue así como la preocupación por hornear pan de gran sabor y textura, por las tradiciones que se quedan por sus resultados y por las innovaciones que surgen para evolucionar, que nace Ornelo para llevar a los clientes sus recetas.
Porque el pan es una receta que el tiempo y la iniciativa van amasando y mejorando y volviendo a mejorar. Se quedan los sabores aliñados, los lácteos, el Pan de Leche, los Tajados suaves, la miga blanda y blanca que tanto nos recuerdan nuestra infancia. ¿A qué niño no le gusta el pan ligero, esponjoso, con sus sabores a mantequilla o a panela de las mestizas o los sándwiches de sus madres y sus abuelas? Todo Santandereano los recuerda.
Fue alrededor de 2012 que los primeros pasos fueron llevando a algunas panaderías y sus panaderos empresarios, entre soñadoras reuniones y algún que otro desaire, hacia el proyecto entonces llamado Ornelo. Se hizo la lista de las inversiones, las máquinas requeridas, los productos del portafolio. No era fácil para muchos, el alto riesgo no debía tomarse a la ligera. El portafolio, en conjunto, era excesivo. Algunos debían desaparecer, otros, en definitiva, seguirían adelante como los productos estrella; era el caso del emblemático Pan con Leche.
Fueron cinco quienes lo contemplaron y analizaron el riesgo, las implicaciones y su futuro como empresarios independientes. El proyecto terminaría en una sociedad más robusta donde las decisiones debían tomarse en conjunto y no como en sus momentos, cuando podían direccionar por sí solos el camino de sus empresas y sus familias. Panadería Suprema y Sancho Pan terminaron las últimas reuniones y firmaron, primero de palabra y luego bajo Industrias Alimenticias Ornelo S.A.S., el nacimiento de ese nuevo jugador del mercado panificador que en Bucaramanga apenas se empezaba a desarrollar como industria.
Nació Ornelo
¿Se imagina conjuntar dos equipos de trabajo que han sido enseñados a trabajar en vías completamente diferentes? ¿Cómo unificar los procesos, cómo decidir qué productos se quedan y cuáles se extinguen? ¿Qué tan complejo habría sido con cinco, como estaba originalmente contemplado? No fue fácil. Los equipos se instalaron en una nueva fábrica y la maquinaria nueva fue llegando conforme la producción continuaba, crecía, se estabilizaba. El mercado es sensible a los pequeños cambios, y este no fue la excepción, la empresa inició una carrera para ajustarse a los gustos de sus clientes, intentando satisfacer todas las necesidades, las dudas y los temores de los distribuidores y funcionarios.
El camino de innovación y mejora no acaba, se extiende más y más conforme la empresa crece. Los primeros años se ajustaron procesos, las personas aprendieron y reaprendieron nuevas formas de trabajar, de hacer el pan mejor y de utilizar esa nueva maquinaria tan atípica en estas regiones. Todos aprendieron, las condiciones mejoraron. Mientras se realizan los cambios a veces no se aprecian los alcances, se ven difíciles e inalcanzables, pero uno sabe que con mucho trabajo se vuelven realidad: el cambio es un gran motor.
Los resultados se fueron dando, los clientes respondieron, crecieron y se beneficiaron de las mejoras. Es satisfactorio observar una cifra positiva año a año y a los clientes satisfechos con sus alimentos, a sus familias compartiendo un desayuno con un pan Ornelo, a los niños creando recuerdos de su infancia y a los adultos volviendo a recordar.
¿Y el nombre?
Una convención fonética. Fue realmente simple, y en construcción de marca debe ser así, lo simple prevalece por sobre lo complejo. Hornéelo fue la base del nombre, en la agencia pasó por una reducción y se estimó que terminara en la misma letra (Ornelo, se debió prescindir de la hache) para que cobrara mayor sonoridad. El título reducido obtuvo un alto nivel de recordación y evocaba lo más elemental de la panadería y uno de sus procesos más sensibles, el horneo.
El Portafolio de productos
El portafolio de Ornelo se divide en tres: los panes tradicionales, la categoría más grande, donde entran los aliñados, los de leche, las mestizas y los integrales con salvado de trigo; la categoría de pan de molde que abarca los tajados, pan perro y pan hamburguesa, insumos para las comidas rápidas que con tanto vigor se han desarrollado en Santander; la línea delicias, aún en desarrollo, donde participa La hojaldra.
La dinámica del desarrollo de nuevos productos y categorías del portafolio debe ser un motor constante en las empresas, y en Ornelo se tiene por política desarrollar una nuevo productos cada cuatro meses. En muchos casos se falla, pero siempre se aprende, el mercado habla y los clientes cambian y adoptan nuevos sabores. Ser críticos con nuestro propio emprendimiento es importante, no hay peor obstáculo que sentarse a observar mientras todos pasan de largo. También es importante aprender a correr, no siempre se va a obtener la respuesta esperada (La mayoría de las veces), pero ajustarse es cuestión de escuchar el mercado.
Y la innovación no solo consiste en nuevos productos, también en nuevos procesos, en nuevas estructuras de producción. En maquinaria, equipo, logística y canales de venta. Es transversal a la empresa, y responsabilidad innata de cada cargo. La tecnología va de la mano en este punto, no hay innovación sin tecnología, que no solo abarca una inversión sino técnica y nuevo conocimiento. En panificación, y en general en el sector alimenticio y alimentario, se crean todos los días nuevas técnicas de amasado, de formación, de dosificación de los insumos, nuevos hornos, nuevas herramientas. Pero también es cuestión de preguntarse si la temperatura del horno y el tiempo son los indicados, por ejemplo, ¿qué pasa si se hace un ajuste aquí?, ¿qué ocurre si ajustamos o ensayamos nuevas formas de hacer las cosas? Preguntarse y experimentar e implementar de acorde con lo que el mercado considere mejor, es la forma óptima de ajustar el portafolio de productos.
Lo bueno, lo malo y lo feo
La competencia desigual es el punto más crítico del sector panificador. No existen normativa adecuada, y menos la rigurosidad para ejecutarla; todos los meses se crean panaderías sin ningún tipo de registro sanitario, donde trabajan personas mal remuneradas, sin requisitos legales, sin los puntos básicos de un contrato. No hay empresa allí, pero los procedimientos de control no son adecuados y hay tantas que entre todas generan un deterioro al sector: el mercado se estanca, decrece, y la calidad y salubridad resultan bastante cuestionables.
Lo bueno, como en toda empresa de alimentos, aún más en el sector panificador, es que se trabaja con una gran pasión: todos los días se produce lo que nosotros mismos consumimos, así que se es más crítico que en otros sectores. El pan es un alimento ancestral, milenario, datado en la prehistoria y con una evolución única a lo largo de las generaciones que le han otorgado miles de sabores, de texturas, de formas y de ingredientes. Hacer pan es innovar todos los días.